En plena negociación de la parrilla para la próxima edición del Festival de Viña del Mar, la productora Bizarro es foco de críticas por la supuesta priorización de sus artistas en desmedro de las preferencias del público, mientras otros aseguran que el evento está en notable decadencia y ya es sólo un show televisivo.

Si bien algunas personas clave, como el exdirector Alex Hernández, apuntan a que las críticas son “gratuitas” y exageradas, otros, como el histórico director del evento, Sergio Riesenberg, sentencian que “Viña no tiene

solución”.

Teniendo su primera transmisión en 1963 con un corte experimental solo para la región Metropolitana, el certamen musical es uno de los símbolos chilenos más reconocibles en Latinoamérica.

Muchos de los artistas que han pisado la Quinta Vergara han confesado que su sueño de pequeños era estar ahí, con algunos gigantes consolidando sus carreras en este escenario, como ocurrió con unos incipientes Julio Iglesias o Shakira.

Sin embargo, durante las últimas versiones del Festival de Viña hay una crítica que parece repetirse cada vez más en los comentarios, tanto nacionales como internacionales: la palpable decadencia en la que ha caído.

Teniendo su primera transmisión en 1963 con un corte experimental solo para la región Metropolitana, el certamen musical es uno de los símbolos chilenos más reconocibles en Latinoamérica.

Muchos de los artistas que han pisado la Quinta Vergara han confesado que su sueño de pequeños era estar ahí, con algunos gigantes consolidando sus carreras en este escenario, como ocurrió con unos incipientes Julio Iglesias o Shakira.

Sin embargo, durante las últimas versiones del Festival de Viña hay una crítica que parece repetirse cada vez más en los comentarios, tanto nacionales como internacionales: la palpable decadencia en la que ha caído.

Los factores de la decadencia

Las razones a las que se apuntan son varias: la elección de artistas, de los rostros que se ven sobre el escenario y hasta la puesta en escena.

Uno de los comentarios que más se repitió de esta edición del certamen fue la calidad de los cantantes que subieron a la Quinta Vergara, pues si bien había “sandía calada” como Myriam HernándezMarc Anthony e Incubus, el resto de los artistas para gran parte del público eran desconocidos.

Por ejemplo, los nombres de Carín LeónEladio Carrión y Duki, quedaron restringidos a la memoria de los más jóvenes, en aquella generación que escucha los mejores 30 segundos de cada canción en TikTok.

Esto para muchos fue como disminuir la calidad del show. Atrás quedaron nombres potentes como Luis Miguel, Miguel Bosé, Marco Antonio Solís, Ricky Martin, Pimpinela, solo por mencionar algunos, pues cabe mencionar que en la historia del festival artistas de talla mundial como Olivia Newton John, Backstreet Boys, Europe, Lionel Richie y Rick Astley también han pisado la el escenario de la “Quinta”.

La transmisión televisiva del certamen también ha recibido críticas. En varias ocasiones primaba la publicidad en lugar de dar un buen show.

Aunque el televidente estaba acostumbrado a ver los logos de las marcas flotando sobre el público mientras se enfocaba el escenario, o en las pantallas led entre la galería y la platea, este año tuvieron que también aceptar ver a los animadores bebiendo en cámara una popular bebida cola con su respectivo logo en el vaso de cartón.

La poca naturalidad y agresiva forma de publicitar acabó por incomodar a la audiencia, quienes en lugar de correr a comprar aquella marca, corrieron a cambiar de canal. Lo mismo ocurrió con las características pancartas que llevaba el público y leían los animadores sobre el escenario, pues en esta edición solo se permitió el ingreso de aquellas que tenían el logo de los auspiciadores.

Esto marcó distancia del show tradicional del Festival de Viña más allá de lo que se ve en televisión, pues en las afueras de la Quinta Vergara los carteleros tradicionales y que se han mantenido por décadas trabajando ahí se manifestaron en su propio estilo: con carteles.

A todo ello se suman los problemas de audio e iluminación que quedaron en evidencia en la pantalla chica, pues los televisores actuales tienen cada vez mejor definición y por ende, los televidentes los notan. Eso sin mencionar lo que se vivía dentro del anfiteatro.

Puntos de vista contrarios

Respecto a la recién pasada edición del Festival de Viña, la evaluación del exdirector Álex Hernández fue positiva, según relató en conversación con BioBioChile.

“Tuvo una alta comercialización, a nivel de sintonía se llegó a números que no llegaba hacía muchos años, a nivel artístico salió impecable y visualmente se notó una renovación que era uno de los objetivos principales”, reveló.

No obstante, Sergio Riesenberg quien fue director del Festival de Viña desde 1981 a 1990, trabajo por el que incluso se ganó un Emmy, discrepa del mencionado balance.

“La parte electrónica que se usó en la escenografía era muy bonito, sobre lo demás no me pronuncio porque no tiene sentido. No había nadie de valor, salvo (Pedro) Ruminot“, dijo de manera categórica.

Pero su análisis fue incluso más severo: “El festival no es un programa de televisión, es un festival televisado y mientras no entiendan ese concepto, Viña no tiene solución. Por último, deberían copiar el esquema y los cortes publicitarios que hacíamos en los años 80 y recuperar el festival”.

Sin embargo, Riesenberg aseguró que esta edición dirigida por Hernández “me gustó más que los años anteriores”.

La “decadencia” del Festival de Viña

Para Alex Hernández, la crítica de que el certamen musical ha empeorado con el paso de los años “no tiene sustento”. Para él, “es una crítica muy gratuita”. A su juicio, se trata de un comentario que nace de la nostalgia del público.

“Es una nostalgia que está muy bien aplicarla, pero que no es una nostalgia que pueda entrar a competir de igual a igual con el presente, porque es tremendamente injusto y desinformado“, añadió.

Sobre la crítica, Riesenberg fue tajante respecto a lo que se ha hecho con el evento: “Me da pena ver el Festival de Viña. Es un arma poderosa que tenemos en nuestro país, que se proyecta al mundo y está muy descuidado, muy mal estructurado y bastante mal dirigido en general”, indicó.

Aquello lo atribuye completamente a “la estructura y los artistas que vienen”. Además, señaló que el sectorizar las noches del festival lo ha terminado por dañar, ya que ha provocado que pierda su esencia.

“Hacen un día para los jóvenes, otro día para tal cosa. No. El festival es para toda la familia, para todo el público. Cuando sectorizas, estás eliminando gran parte de la industria de entrada”, afirmó.

¿Qué dice el rating?

Ante tales apreciaciones, vamos a los hechos concretos. En 2018, cuando el certamen era transmitido por CHV, según reportó el mismo canal ese año, el evento tuvo un peak de rating de 50,3 puntos, el que logró el comediante Bombo Fica. No obstante, el promedio fue de 25.1 puntos, tal como recogía en ese entonces BioBioChile.

En la edición siguiente, que era transmitida por TVN y Canal 13, señales que se quedaron con la concesión hasta 2024, el promedio fue de 30 puntos, ligeramente más alto que el anterior. Aquí el peak lo marcó Jorge Alís, con 49,5.

En 2020, el promedio se incrementó sustancialmente con 32,5 puntos, lo que convirtió aquella edición en lo más visto desde 2013, mientras que el peak lo logró nuevamente un comediante, Stefan Kramer, con 51,5 puntos.

Pero tras dos años de ausencia del certamen por la pandemia, este volvió a la televisión con cifras que demostraban su decrecimiento: 25,5 puntos en promedio, mientras que el peak fue 43,6 puntos de rating, según informó en ese entonces Kantar Ibope Media.

Aunque en 2024 la alianza de Canal 13 con TVN concluyó la concesión del evento, no lo hizo con un gran cierre. En esa edición el promedio fue de 22,9 puntos -reportados por Kantar- y el peak lo marcó el tenor italiano Andrea Bocelli con 39,8 unidades, mucho menos que en las ediciones anteriores.

Finalmente, este 2025 el resurgimiento del evento parece ver la luz, ya que el promedio fue de 28,7 puntos de rating (más que el año anterior, pero menos que el 2020). En tanto, el peak de audiencia se registró en la rutina de Edo Caroe con 39.9 puntos.

¿Quién elige a los artistas?

Esto mismo ha llevado a una potente discusión respecto a quienes deciden qué artistas se suben al escenario de la Quinta Vergara.

Desde 2019, Bizarro, ha sido la productora nacional a cargo del espectáculo de forma exclusiva. De hecho, desde esta edición con Mega, la empresa de Alfredo Alonso y Peter Hiller, figura como una de las entidades que se quedaron con la concesión del evento, en lo que el Municipio de Viña del Mar define como una “unión temporal” en la concesión.

La presencia obligada de la empresa en, al menos, los últimos seis años ha generado molestia entre los extrabajadores del Festival de Viña, quienes manteniendo su identidad en anonimato, los acusaron de tener un “monopolio” y de incurrir en “prácticas irregulares”, en un reportaje de Interferencia de 2023.

Las acusaciones que apuntan “malas prácticas” de Bizarro

En aquella investigación aseguraron que “en los contratos del Festival incorporaron una cláusula que estipulaba que cada artista que se presente en Viña queda representado por ellos durante todo el año”.

Asimismo, se apuntó a la concesión que tiene la productora del Movistar Arena. En 2019 la Fiscalía Nacional Económica anunció en su sitio web “el ingreso de las sociedades que conforman Bizarro Producciones al Grupo Fidelitas”, este último es el controlador del recinto.

Pero además, Fidelitas también tiene acciones “relevantes” en la ticketera Punto Ticket, mediante la cual se suelen vender las entradas de la mayoría de los eventos que se realizan en la capital nacional.

Sin embargo, tal como consta en el anuncio, la negociación no fue tan fácil, pues con el objetivo de mantener la probidad del acuerdo, la investigación a la propuesta presentada por la productora tomó más de 30 días -más de cuatro meses, de hecho- pues esta última ofrecía constantemente medidas para mitigar los “riesgos a la competencia detectados durante la investigación en el mercado de producción de eventos musicales y festivales masivos”.

En consecuencia, durante este período, todo aquel que quisiera realizar un show de entretenimiento de cualquier tipo en Movistar Arena debía pagarle el arriendo a Bizarro.

Pero las acusaciones contra la empresa también los vinculan a lo que ocurre en el Festival de Viña pues, en el reportaje de Interferencia, fuentes relacionadas con el evento aseguraron que el propósito de que fuera Bizarro quienes eligieran a los artistas era devaluar la marca del certamen musical.

Pero, ¿por qué harían eso? Presuntamente porque de esta forma habrían podido cambiar las reglas y bajar la oferta en la licitación del festival, lo que efectivamente habrían logrado, pues consiguieron la concesión hasta 2028.

Un episodio que llamó la atención fue el ocurrido en 2023 con Luis Miguel, quien en ese entonces, representado por la productora Fénix, realizó nada menos que 10 fechas en el Movistar Arena. Una tanda ocurrió en agosto y la otra en septiembre. Por supuesto, la venta de entradas la realizó Punto Ticket.

El año siguiente, el 1 y 2 de marzo, el “Sol de México” se presentó en el Estadio Nacional. Fue aquí donde los ojos de los fanáticos se posaron y muchos se preguntaron ¿por qué no se presentó en el Festival de Viña? La cercanía de las fechas y su alta popularidad hicieron presumir que el querido artista definitivamente iba a retornar a la “Quinta”, pero esto nunca pasó.

De hecho, esta no es una práctica poco habitual, pues desde hace unos cuatro años los cantantes que se presentan en el festival luego, antes o después, realizan conciertos en la capital nacional.

Ejemplos de ello sobra: Christina Aguilera, Morat, Carlos VivesEladio CarriónCarín León. Todos elos tienen en común el recinto (Movistar Arena), la ticketera (Punto Ticket) y la productora (Bizarro).

Sin ir más lejos, tras quedarse con la Gaviota de Platino, Myriam Hernández anunció sobre el escenario de la Quinta Vergara que realizaría su primer show en el Estadio Nacional, evento que también estuvo organizado por Bizarro.

De acuerdo a Álex Hernández, la cuestionada productora no tendría tal nivel de injerencia en la elección de los artistas que arriban al Festival de Viña, pues asegura que la decisión pasa por varios filtros y requisitos mínimos: presupuesto, fechas de giras, proyección del músico, su trayectoria, cantidad de hits (al menos 18), además de que sea compatible con el artista que abre y cierra a nivel de audiencia.

A lo que suma que los elegidos deben tener la capacidad de mover una gran cantidad de público para llenar la Quinta Vergara y ofrecer un show potente. Que “quede en la memoria del festival”, concluyó.

La postura de Bizarro

BioBioChile se contactó con la productora Bizarro para recoger su versión ante las acusaciones, instancia donde pudimos conversar con Daniel Merino, CEO de entretenimiento de la empresa.

Respecto a cómo es el proceso de selección de los artistas, el vocero de la empresa, reveló que se apoyan de una plataforma llamada Chart Metric, mediante la que verifican si el artista tiene proyección, cuanto tiempo lleva en las playlists y su ranking.

Con estos datos, se presentan los nombres ante un comité ejecutivo integrado por dos representantes de Mega y dos de Bizarro, ahí la elección es por mayoría simple (2 votos más uno).

Los nombres que surgen de esta reunión se presentan ante la Municipalidad de Viña del Mar, quienes tienen la decisión final.

Sobre la polémica cláusula que obliga a los artistas a ser representados por Bizarro por un año, Merino asegura que no existe.

BioBioChile accedió a información que corrobora la inexistencia de cláusulas de exclusividad, al menos, en los contratos. Sin embargo, 11 de los 13 artistas que se presentaron en el Festival de Viña tienen vinculación directa con la productora.

 

Ocho tienen agendados conciertos para el 2025, dos lo hicieron en 2024 y uno (Sebastián Yatra) figura como artista representado por ellos en Chile, según su sitio web.

Los dos únicos no ligados directamente a Bizarro fueron Incubus y The Cult —asociados a Lotus—, que igualmente tuvieron relación indirecta con la productora a través de la ticketera (The Cult) o recinto (Incubus).

El vocero de Bizarro también se refirió a las acusaciones de “monopolio”, ante lo que aseveró: “Los que postularon a esta licitación, los únicos, fuimos nosotros, Mega y nosotros, entonces para hablar de monopolio tendríamos que acaparar todos los festivales, y en este país los festivales son libres, donde todas las productoras que existen pueden postular sin ningún problema”.

“Yo lamento mucho que no postulen y que luego de no postular a cuidar algo tan preciado como el Festival de Viña para Chile, se dediquen a hablar de que hay monopolio. Mi invitación siempre ha sido incluso públicamente a que si algún productor o alguna productora quiere ser parte del Festival de Viña, es muy simple, el 2028 esto se va a volver a licitar y cuando se vuelva a licitar postulen”, agregó.

Merino, también contestó a las críticas sobre decadencia, lo que negó tajantemente: “A nosotros lo que nos importa es lo que dicen los números, y estos dicen dos cosas: que el rating, pese al apagado en la televisión, porque la gente cada día ve menos televisión, se ha mantenido como el programa número uno de la televisión chilena”.

“Cuando el festival está en 40 puntos, el resto tiene un punto de rating”, aseveró.

La alianza de transmisión con Disney+, el aumento de seguidores de las redes sociales del festival y las reacciones en TikTok del certamen, para el vocero de Bizarro son una muestra de que el evento no está en decadencia a lo que suma la venta de entradas y ganancias a través de publicidad.

BioBioChile se contactó con Mega y la Municipalidad de Viña del Mar para conseguir sus impresiones respecto a las acusaciones; sin embargo, al cierre de esta nota no han contestado a nuestras solicitudes.

Quedan ocho meses para la próxima edición del certamen viñamarino, nuevamente en manos de Mega y Bizarro, y la preciada Gaviota de Plata podría seguir perdiendo su brillo, empañada con las acusaciones contra su principal controlador, incluso a riesgo de oxidarse, si es que el principal evento de Chile continúa decayendo.

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